Efrain
llegó temprano a su "reunión" con Noreli. Su cita era a la lumbre de
la Catedral de Nuestra Señora de Monterrey, un lugar en ruinas y lo suficientemente
abandonado como para no despertar sospecha alguna. Efrain estacionó su
motocicleta a dos cuadras en un lugar donde no se aprecie y caminó hacia la
catedral. Como él esperaba, Noreli aún no había llegado.
El atraso comenzaba
a impacientar a Efrain, a pesar de que tuviese toda la eternidad para
esperarla, no estaba dispuesto a perder más tiempo en conseguir la información
sobre aquel "padre" que lo vendió al mejor postor. Efrain podía
perdonar muchas cosas, pero no la mentira y el engaño, mucho menos por parte de
Dragon.
Giró su
cuerpo en ciento ochenta grados y divisó las estatuas que se alzaban a su
alrededor: imponentes arcángeles, poderosas deidades y aterradores demonios cruzaban
de lado a lado la decadente estructura
del edificio.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgBO2rQTg1d1WfZk9J8R1SP-N7Bs56Gi_kU9yIF08Pmvmjpo7qQx6rnMIoOLu9E_2QjH_s1Nz7xBEVCKN8tUvvBKCsurrf6pxp3E5vjAVhpqDZw0Uwmv8to47BKg3wJ2GOYwH2uHhrMxtx/s1600/angel-caido+laura+gallego+dos+velas+para+el+diablo.jpg)
Un detalle
llamó la atención de Efrain, muchos de los ángeles, fueron inmortalizados dando
combate a demonios y aberraciones, los cuales yacían a los pies de los
justicieros.
Uno de los demonios: un monstruoso humanoide de siete alas (algunas rotas) yacía bajo la espada de un ángel de imponentes alas oscuras; bajo la estatua rezaban sus nombres.
Uno de los demonios: un monstruoso humanoide de siete alas (algunas rotas) yacía bajo la espada de un ángel de imponentes alas oscuras; bajo la estatua rezaban sus nombres.
"Arcángel
Uriel & Dragon."
Efrain no
podía concebir que el nombre de su creador (si es que su nombre no era otra de
sus mentiras) haya sido inspirado por uno de los más severos y malvados
demonios de todas las huestes del mal.
Una voz
femenina interrumpió sus pensamientos.
-Dragon es un demonio muy interesante- Noreli
apareció en medio de la puerta, su cabello rojo y sus ojos cafes contrastaban
con todo el ambiente grisáceo de la iglesia. En su mano llevaba una gruesa
carpeta y bajo el abrigo una mal escondida pistola. Efrain lamentó haber dejado
sus armas bajo el asiento de la motocicleta. Ella se acercó a él y le besó en
la mejilla con una confianza que él jamás había percibido de su parte. Luego
estiró las manos hacia Efrain y le alcanzó la carpeta.
-Ésto es
todo lo que pude aprender sobre Dragon... al parecer es un tipo bastante
multifacético. Tiene tres cuentas bancarias, millonarias por lo demás, bajo
identidades falsas, una de ellas, la usa un siervo suyo, al parecer un Orco,
con la cual tiene negocios dentro de un supuesto "mercado vampírico".
- Efrain oyó cada palabra de Noreli, mientras la imagen de su "padre" y creador se volvía humo y flotaba por las paredes de la catedral: sus muchas identidades, sus negocios con la Iglesia y su vinculación con la Mano Negra hacían parecer que Noreli hablaba de alguien a quien Efrain jamás había visto. Un último detalle terminó por azotarle en el suelo: La última jugada de Dragon, que fue el último negocio donde vendía información sobre la Manada de Efra a la Iglesia y que le costó la caza de sangre, la hizo bajo el nombre y disfraz de Efrain Alhazred. En caso de que todo saliera mal (y así fue) no sería su cabeza la que irían a buscar. Cuando ella terminó, el Licantropo se dio cuenta de la extraña mueca que tensaba su rostro.
-Lo siento,
Efrain.- Musitó Noreli, notando la tensión de quien le acompañaba. -A veces, la
verdad es una mala compañera.- Las palabras de Noreli parecían rebotar por las
paredes de la iglesia y perderse antes de encontrar objetivo.
Efrain dio
tímidos pasos hacia la salida, la carpeta le pesaba como si fuese de acero y
sus pasos hacían eco en la catedral. Una sensación de incertidumbre se instaló
en su corazón y empezó a revitalizarlo con una fuerza antes desconocida para
él, la fuerza del odio. La mano de Noreli aterrizó con suavidad en el brazo del
Licantropo y le hizo detener.
-Efrain. Sé
que no elegiste ésto, pero es la verdad. Te ayudaré a encontrar a Dragon para
que puedas responderte a ti mismo. No estás solo en esto.- Sus palabras eran
como un chorro de agua fría, pero no había mucho que replicar. Tenía razón. La
frase "Debo encontrar a Dragon... ya veré qué pasa despues" bailaba
por la cabeza de Efrain. Un intento de sonrisa asomó por la comisura de sus
labios.
-Gracias, Noreli.
Una vez que ésto acabe, prometo retribuírte como mereces.- La mano del vástago
se deslizó por la mejilla de su compañera. Por un momento, imaginó como esas
mejillas se hubieran sonrojado en vida al contacto de sus manos. Ella tomó sus
dedos con ambas manos y sin soltarlos y con un cierto temblor en la garganta
trató de desviar la conversación.
-Esto... el
primer paso es viajar a Alicante. Los últimos movimientos bancarios de Dragon
han comenzado desde allí. Es extraño pensar que él está en territorio de la
Iglesia, pero realmente ya no sé qué esperar.- Poco a poco, Noreli iba subiendo
la vista hasta alcanzar los ojos negros de Efrain. Leyó en ellos la rabia y la
duda, pero había algo más: una tenue luz que parecía estar dedicada para ella.
A pesar del detalle, ella logró intuir lo que él estaba pensando.
-Sí, Efrain. Es probable que él ya sepa que vamos por él.- Añadió con un tono
de firmeza.
-Me lo
imaginé. Pero no importa. Estaremos preparados.- Por un instante, Noreli creyó
que la tribulación de Efrain se había desvanecido.
-Tendremos
que apurarnos...- Un chasquido en uno de los vidrios del techo interrumpió a Noreli.
Efrain alcanzó a voltear, pero no pudo ver nada. Noreli corrió hasta la salida
con la mano dentro del abrigo, pero sólo alcanzó a divisar una gran silueta
saltando por los techos de la ciudad. Detrás de él, otra silueta más delgada le
seguía desde más atrás. Los soplones se perdieron en el horizonte.
-¡Efrain!
Tuvimos compañía todo este tiempo.- Gritó Noreli. Cuando le miró de reojo, lo
vio con un semblante tranquilo, mirando el bosque de esculturas que ostentaba
la catedral. Los ojos clavados en el ángel Uriel. Una sonrisa ensombreció su
semblante.
-Tranquila,
Noreli. Yo tampoco vine solo a ésta fiesta.- Dijo Efrain con un aire de
picardía mientras sacaba un teléfono celular de su bolsillo. Marcó un número y
se acercó a Noreli, guiándola con los ojos a que le siguiera.
Luego de un rato se oyó un murmullo por el otro lado de la línea.
Efrain
respondió:
-Karlos,
dime donde estas. Te alcanzamos en la motocicleta.-