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sábado, 2 de febrero de 2013

El Collar del Gato (Fragmento II)


Efrain llegó temprano a su "reunión" con Noreli. Su cita era a la lumbre de la Catedral de Nuestra Señora de Monterrey, un lugar en ruinas y lo suficientemente abandonado como para no despertar sospecha alguna. Efrain estacionó su motocicleta a dos cuadras en un lugar donde no se aprecie y caminó hacia la catedral. Como él esperaba, Noreli aún no había llegado.

El atraso comenzaba a impacientar a Efrain, a pesar de que tuviese toda la eternidad para esperarla, no estaba dispuesto a perder más tiempo en conseguir la información sobre aquel "padre" que lo vendió al mejor postor. Efrain podía perdonar muchas cosas, pero no la mentira y el engaño, mucho menos por parte de Dragon.

Giró su cuerpo en ciento ochenta grados y divisó las estatuas que se alzaban a su alrededor: imponentes arcángeles, poderosas deidades y aterradores demonios cruzaban de lado a lado la  decadente estructura del edificio.
Decidió entrar a la catedral. A algunos metros de la entrada se encontraba una larga fila de ángeles petrificados, cada uno con su nombre grabado abajo y bajo ellos, la siguiente frase: “Porque en El fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados; sean potestades; todo fue creado por medio de El y para El. Y El es antes de todas las cosas, y todas las cosas en El subsisten."
Un detalle llamó la atención de Efrain, muchos de los ángeles, fueron inmortalizados dando combate a demonios y aberraciones, los cuales yacían a los pies de los justicieros.
Uno de los demonios: un monstruoso humanoide de siete alas (algunas rotas) yacía bajo la espada de un ángel de imponentes alas oscuras; bajo la estatua rezaban sus nombres.
"Arcángel Uriel & Dragon."

Efrain no podía concebir que el nombre de su creador (si es que su nombre no era otra de sus mentiras) haya sido inspirado por uno de los más severos y malvados demonios de todas las huestes del mal.
Una voz femenina interrumpió sus pensamientos. 
-Dragon es un demonio muy interesante- Noreli apareció en medio de la puerta, su cabello rojo y sus ojos cafes contrastaban con todo el ambiente grisáceo de la iglesia. En su mano llevaba una gruesa carpeta y bajo el abrigo una mal escondida pistola. Efrain lamentó haber dejado sus armas bajo el asiento de la motocicleta. Ella se acercó a él y le besó en la mejilla con una confianza que él jamás había percibido de su parte. Luego estiró las manos hacia Efrain y le alcanzó la carpeta.

-Ésto es todo lo que pude aprender sobre Dragon... al parecer es un tipo bastante multifacético. Tiene tres cuentas bancarias, millonarias por lo demás, bajo identidades falsas, una de ellas, la usa un siervo suyo, al parecer un Orco, con la cual tiene negocios dentro de un supuesto "mercado vampírico". 

- Efrain oyó cada palabra de Noreli, mientras la imagen de su "padre" y creador se volvía humo y flotaba por las paredes de la catedral: sus muchas identidades, sus negocios con la Iglesia y su vinculación con la Mano Negra hacían parecer que Noreli hablaba de alguien a quien Efrain jamás había visto. Un último detalle terminó por azotarle en el suelo: La última jugada de Dragon, que fue el último negocio donde vendía información sobre la Manada de Efra a la Iglesia y que le costó la caza de sangre, la hizo bajo el nombre y disfraz de Efrain Alhazred. En caso de que todo saliera mal (y así fue) no sería su cabeza la que irían a buscar. Cuando ella terminó, el Licantropo se dio cuenta de la extraña mueca que tensaba su rostro.

-Lo siento, Efrain.- Musitó Noreli, notando la tensión de quien le acompañaba. -A veces, la verdad es una mala compañera.- Las palabras de Noreli parecían rebotar por las paredes de la iglesia y perderse antes de encontrar objetivo.
Efrain dio tímidos pasos hacia la salida, la carpeta le pesaba como si fuese de acero y sus pasos hacían eco en la catedral. Una sensación de incertidumbre se instaló en su corazón y empezó a revitalizarlo con una fuerza antes desconocida para él, la fuerza del odio. La mano de Noreli aterrizó con suavidad en el brazo del Licantropo y le hizo detener.

-Efrain. Sé que no elegiste ésto, pero es la verdad. Te ayudaré a encontrar a Dragon para que puedas responderte a ti mismo. No estás solo en esto.- Sus palabras eran como un chorro de agua fría, pero no había mucho que replicar. Tenía razón. La frase "Debo encontrar a Dragon... ya veré qué pasa despues" bailaba por la cabeza de Efrain. Un intento de sonrisa asomó por la comisura de sus labios.
-Gracias, Noreli. Una vez que ésto acabe, prometo retribuírte como mereces.- La mano del vástago se deslizó por la mejilla de su compañera. Por un momento, imaginó como esas mejillas se hubieran sonrojado en vida al contacto de sus manos. Ella tomó sus dedos con ambas manos y sin soltarlos y con un cierto temblor en la garganta trató de desviar la conversación.

-Esto... el primer paso es viajar a Alicante. Los últimos movimientos bancarios de Dragon han comenzado desde allí. Es extraño pensar que él está en territorio de la Iglesia, pero realmente ya no sé qué esperar.- Poco a poco, Noreli iba subiendo la vista hasta alcanzar los ojos negros de Efrain. Leyó en ellos la rabia y la duda, pero había algo más: una tenue luz que parecía estar dedicada para ella. A pesar del detalle, ella logró intuir lo que él estaba pensando. -Sí, Efrain. Es probable que él ya sepa que vamos por él.- Añadió con un tono de firmeza.
-Me lo imaginé. Pero no importa. Estaremos preparados.- Por un instante, Noreli creyó que la tribulación de Efrain se había desvanecido.
-Tendremos que apurarnos...- Un chasquido en uno de los vidrios del techo interrumpió a Noreli. Efrain alcanzó a voltear, pero no pudo ver nada. Noreli corrió hasta la salida con la mano dentro del abrigo, pero sólo alcanzó a divisar una gran silueta saltando por los techos de la ciudad. Detrás de él, otra silueta más delgada le seguía desde más atrás. Los soplones se perdieron en el horizonte.

-¡Efrain! Tuvimos compañía todo este tiempo.- Gritó Noreli. Cuando le miró de reojo, lo vio con un semblante tranquilo, mirando el bosque de esculturas que ostentaba la catedral. Los ojos clavados en el ángel Uriel. Una sonrisa ensombreció su semblante.
-Tranquila, Noreli. Yo tampoco vine solo a ésta fiesta.- Dijo Efrain con un aire de picardía mientras sacaba un teléfono celular de su bolsillo. Marcó un número y se acercó a Noreli, guiándola con los ojos a que le siguiera. 

Luego de un rato se oyó un murmullo por el otro lado de la línea.
Efrain respondió:
-Karlos, dime donde estas. Te alcanzamos en la motocicleta.-